Pero no es eso lo que, ahora, me llama la atención. No es eso tanto como la inmediata disposición con la que, en cada una de esas ocasiones, me lancé a solucionar lo que fuera y, aún más, resuelto algo me ocupaba en anticipar detalles de un asunto nuevo. Me veía a mí mismo, porque en medio de ese vértigo no dejé de observarme, pasar de un tema a otro sin siquiera detenerme a hacer silencio. Nunca había tiempo. Y no era cierto por supuesto.
Tanta capacidad en resolver esto y aquello, tanta disposición a atender la más mínima llamada, no era sino correr y correr, huir y evitar el silencio, de quedarme en casa, solo. Escapaba a un vacío y a lo que él representaba. A lo que me decía, o a lo que ahí faltaba. Y a ese encuentro es al que ahora me dispongo, sentado con este cuaderno y frente a estas líneas.
Luis María Pescetti
Traigo las palabras de este hombre que siempre sabe decirme lo que necesito escuchar. (Gracias)
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